¿Te has preguntado si los concursos son positivos para la industria del vino en México? Sé que para muchos representan sólo una forma de generar recursos porque varias competencias cobran la inscripción para que el ejemplar quede registrado. Para otros,  son  el semillero de egos, dedicados a las autoalabanzas y a darse espaldarazos mutuos.

Creo que después de escuchar en un conversatorio a Rocío Amador, directora de la Guía Peñín para México, concuerdo en que al menos para las bodegas en México, han servido como un incentivo para hacer las cosas mejor. Y es que desde que comenzó la presencia de la Guía en México en 2010, los puntajes de los vinos han pasado de ser buenos (84 puntos) a muy buenos en 2019 (88.29 puntos.).

Y no sólo la Guía Peñín tiene estos resultados. Apenas a mediados de septiembre se dieron a conocer los resultados del Concours Mondial of Bruxellles (CMB)con resultados increíbles para nuestro país: ¡58 medallas para México! Nuevas propuestas y bodegas de distintas regiones lograron colarse en el medallero,  como Querétaro y San Luis Potosí que ganaron Medalla Gran Oro;   la primera con Bodega de Cote  y su Atempo merlot 2016, la segunda con Bodega Pozo de Luna por un malbec 2015 (que dicho sea de paso, ganó un premio especial por Vino Revelación).

La medalla de la Bodega Pozo de Luna , confirma algo que precisamente Rocío Amador ya había dado a conocer este año, que la uva que presenta mayor consistencia y que está mostrando resultados de excelencia  en nuestro país, no sólo en San Luis Potosí sino en todas nuestras regiones vinícolas es precisamente el varietal malbec. La lectura es que estamos comenzando a determinar qué uvas van mejor con nuestros terroirs y esto seguirá traduciendose en más y mejores reconocimientos.

La uva que presenta mayor consistencia y que está mostrando resultados de excelencia  en nuestro país, no sólo en San Luis Potosí sino en todas nuestras regiones vinícolas es precisamente el varietal malbec

En el CMB, México se colocó entre los diez países con más medallas, lo que ya confirma nuestra realidad: El vino mexicano lo está haciendo cada vez mejor, y no lo decimos los nacionalistas que en apostolado eterno, predicamos por todos los rincones la palabra del vino mexicano. Lo certifican  los números, las medallas que hemos ganado gracias a  la voluntad de todo el aparato vitivinicultor y a la resiliencia que está escrita en nuestro ADN, porque hemos logrado superar cada prueba que nos ha presentado este año atípico.

Y es que primero tuvimos que enfrentarnos a una pandemia a la que le siguió un confinamiento más largo del esperado, la única vía de rescate fueron las plataformas digitales, así que una metamorfosis paulatina y luego en vorágine, se vio y se sintió dentro de todas las bodegas. Lanzamientos de campañas para el rescate de la industria y estrategias en ecommerce y redes sociales, fueron el resultado de la ya conocida capacidad de los mexicanos para recibir embates, caer, y luego erguirse para arremeter con mayor fuerza.

No conforme con la pandemia, el verano se expresó con fuerza y como nunca, se dejaron sentir golpes de calor de hasta 47 grados, una marca récord en 66 años,  a decir de Natalia Badán propietaria de Cavas del Mogor en Ensenada y que obligó a varios a cosechar antes de tiempo y otros tantos vieron quemarse sus uvas  por las altas temperaturas.

Como nunca, se dejaron sentir golpes de calor de hasta 47 grados, una marca récord en 66 años.

Quisiera creer que hasta aquí llegarán los infortunios que tendremos que sortear, pero todavía nos hace falta salvar 3 meses más de este año tan singular.  Entretanto, ya se “cocinan” nuevos caldos,  se derraman nuevos sudores y se invierte esfuerzo y esperanzas en los vinos que nos ha de dar el 2020.  A mí me gusta pensar, como buena idealista que soy, que la cosecha de este año se traducirá en vinos arriscados, fuertes y llenos del carácter que nos hizo salir a todos superar un año lleno de obstáculos, pero sobretodo de triunfos para el vino mexicano.

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