Una de las cosas que más odio de las tlayudas “pirata” que me venden en la calle, sobre todo en el Centro de la CDMX es que están muy correosas, y, honestamente yo prefiero esas que crujen. Nunca me había encontrado una así, hasta el fin de semana pasado.

Hasta hace bien poco sólo podía encontrar este tipo de tlayudas celestiales viajando 6 horas a Oaxaca y ocasionalmente, cuando mi bolsillo lo permite, en Pasillo de Humo, un restaurante de comida oaxaqueña de autor en la condesa, (sí, comida de autor+condesa= a comida carísima.)

Así que me quejé (como marca la conducta social histérica, exhibicionista en nuestros tiempos) amargamente en mi perfil de Facebook y una «compita» de nombre Maria Ana (chef, sobrina de Ofielia Medina, amante de los gatos y cero envidiosa con el conocimiento) me compartió las coordenadas de un lugar donde al fin pude encontrar las tlayudas de mis sueños.

No me tardé mucho en visitar “Oaxacaquí “ sí, así, todo junto (yo enloquezco con el nombre escrito así porque tengo un incipiente TOC) pero mi obligación para con la marca me obliga a respetarla y escribirlo como sus dueños quieren que se escriba, sin correcciones a lo Real Academia de la Lengua.

Llegamos muy tarde para el desayuno: 12:30 (y digo llegamos porque siempre arrastro a mi esposo a estas excursiones a lo desconocido) y creo que ya está resignado. La buena noticia es que esperamos nada por una mesa porque eso puede ser un grave inconveniente para que él regrese.

Cuando entramos me di cuenta que Oaxacaquí cuenta con dos localitos juntos en los que caben 10 mesas para 3 o 4 personas. La decoración sin pretenciones me anuncia que la comida también será sencilla.

Tengo esta tendencia a pedir siempre lo que tiene nombre raro y se lee exótico, impredecible, así que tan pronto leí «tejate» en la carta, me pedí uno para acompañar mi mole coloradito. Aunque había viajado a Oaxaca nunca me dí la oportunidad de probar el tejate. Lo que descubrí en cada sorbo fue una delicada combinación de sabores: Hueso de mamey, maíz y cocoa. Muy refrescante, muy dulce y muy apropiada para las enchiladas de coloradito.

¿Cuál fue mi impresión al primer bocado? Baste decir que es lo más cercano a la deliciosa comida hecha en Oaxaca que he probado aquí en la Ciudad de México.

Mi platillo favorito fue el: “Plato no te hagas guaje” que consta de carne enchilada, tasajo, chorizo sobre nopal asado, con arroz, frijoles, aguacate y queso rallado” ¡un almuerzo 100 por ciento mexicano!

Sin embargo, el broche de oro fueron las tlayudas, al fin, como deben ser, crujientes, con carne fresca, tasajo, frijolitos, salsa de habanero, queso y un toque de col (repollo para los que no son chilangos).

Un festín en toda regla que no me dejó sin dinero, y es que aquí puedes desayunar hasta por 60 pesos y todavía te alcanza para una pieza de pan de yema y refill de café.

Más abajo les dejo la carta. No sé ustedes pero una de las cosas que más me frustra de los blogs con recomendaciones de comida es que te dicen que está bien rico, súper recomendable, pero no te dejan lo fundamental: Precios y platillos, así, vas a la segura, evalúas costo-beneficio y no te encuentras al final con la famosísima letra chiquita que te embauca con consumos inesperados.

Ojalá puedan ir: Calle doctor Atl #205 a un costado del kiosko morisco en la colonia Santa María La Ribera, Ciudad de México. Entretanto yo visitaré el restaurante ruso de unos locales al lado. Promete mucha paprika, mucho dulce y sabores desconocidos como a mí me gusta. Pronto la reseña acá.

Caminante, come, bebe y que nada más te importe