Un café oasis en el Centro Histórico.

Mi objetivo al visitar el Hotel Downtown en el Centro Histórico era conocer la terraza, porque en breve me casaré y necesito un lugar bello para dar el sí después de 15 años. Desafortunadamente estaba cerrado por un evento privado, así que deambulé un poco alrededor de su alberca y regresé al lobby.

En la planta baja del hotel me topé de frente con mi tercera debilidad: Una cafetería en la que lo primero que se aprecia son sus repisas en la pared recamadas de pan artesanal. Sin mayores pretensiones, Café Torino tiene un ambiente acogedor, armónico con su entorno. No se deja amedrentar porque comparte patio con uno de los mejores restaurantes del Centro: El azul histórico, del que hablaré en otro post.

No dudé en entrar. Me recibió la vitrina de las pizzas, el contenedor de sus helados y su mostrador de pan. De inmediato pedí un café moka y una rebanada de pizza (al rato los asesino en el gimnasio). 

No me desilusionaron. Espumoso y equilibrado, este café mezcla de granos de Puebla, Oaxaca, Veracruz y Chiapas me hizo sentir paz, a pesar de que al fondo se escucha música «guapachosa». 

La pizza fue otra bonita sorpresa porque su pan es el más ligero que he probado, especias en perfecta armonía con el peperoni y la salsa. ¿Cuando digo que una comida es perfecta? Cuando es sabrosa sin costarte un ojo de la cara y por 100 pesos pude sentarme a escribir tranquilamente esta entrada del blog  en una de sus 3 mesitas que, pegadas con timidez a la pared, ofrecen el mejor rincón para ver los árboles en medio del patio  y a los comensales del Azul Histórico, quienes seguro no saben que de este lado del patio, no sentimos pesar alguno por no estar en el suyo. 

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